No es que fuera daltónico ni nada parecido, pero el perro solo sabía que los otros perros le miraban con una expresión especial.
No era de odio, ni de simpatía, ni de temor ni de ninguna de las emociones que conocía, pero cuando se cruzaban no agitaban la cola ni se aceraban para olerle, simplemente apartaban la mirada y aumentaban unos 50 centímetros la distancia que los separaba.
El perro, que tenia conocimientos avanzados de física, se dió cuenta que esta distancia se mantenía constante, aunque moviera la cola y se acercara el otro perro seguía impasible, con la mirada al frente y el espacio invariable. Era como si dos imanes se alinearan mostrando el mismo polo magnético.
El perro decidió estudiar que era lo que causaba este curioso efecto, se estuvo oliendo, y lamiendo no fuera caso que su olor o su gusto fuera desagradable, pero no le pareció que hubiera nada destacable. Y entonces vió su imagen reflejada en un espejo y el verde rutilante de su piel y su pelo hirió sus ojos.
Y entonces entendió que la mirada de los otros perros era de incomprensión, ¿como podía ser verde un perro? Verdes son las hojas de los árboles, los musgos, y el agua de algunos lagos, hasta los pájaros pueden ser verdes, pero nunca había visto otro perro de color parecido.
Sabiendo que a los perros no les gusta la diferencia entre los miembros de la manada, como un ser único la manada es homogénea y una mancha verde no es deseable, el perro decidió que debía ser capaz de confundirse con la manada si quería pertenecer a ella.
Se compro un jersey y unos pantalones canela con motitas pardas, pero el verde que asomaba de la cabeza, patas y cola llamaba tanto o mas la atención que cuando no los llevaba. Se miró al espejo y vió que sus ojos parecían todavía mas verdes en contraste con la ropa canela. La mirada ahora era de recelo, aquellos ojos verdes relucientes generaban un cierto temor y la distancia con sus congéneres aumentó unos centímetros mas.
Decidió que necesitaba un cambio completo, se tiñó el pelo a un canela suave, se puso lentillas castañas, se pintó las uñas de un color terroso e incluso se tatuó unas pecas negras en los laterales de la cara para que parecieran manchas naturales. Pero con los días empezó a asomar el verde por en la raíz de los pelos, las lentillas le provocaron queratitis y tuvo que elegir entre ocultar el color verde o perder la vista. Y por añadidura los otros perros empezaron a burlarse de el …. mirad ese perro verde que se tiñe!
El pelo volvió a crecer verde rutilante, los ojos recuperaron la chispa perdida … y el perro verde desapareció!
Y en el fondo de un jardín, o en en el sotobosque de jaras, retamas y romeros, puede verse brillar dos puntos verdes irisados de amarillo donde el perro verde se mimetiza con la verde vegetación y puede desaparecer.
A veces los perros tienden a tener un prejuicio a sus compañeros de la manada, y en este caso el perro verde, tiende a parecerse a ellos para ser aceptado por la misma. La experiencia me dice que si todos los perros son iguales, es muy aburrido. No habría diferencias de gustos, pasiones, aficiones, juegos. No habría diversidad.
Deben aprender a respetarse mútuamente, y a ser aceptados por los demás de la manada, para que un perro verde no deba esconderse entre las ramas de un sotobosque. Solo así conseguirán una sociedad mejor, en la que todos los perros se sienten con las mismas condiciones.
Cierto pero ¿quién no se ha sentido perro verde alguna vez?
🙂
Sin duda una sociedad diversa y tolerante, sumando habilidades y diferencias es la que la que quiero pero ¿es posible?